En Puerto Rico el arte del performance, el arte público y/o el arte callejero no es algo que haya cogido mucho vuelo. Bueno, ni si quiera contamos con los músicos tocando algún instrumento en alguna esquina como es costumbre en muchas ciudades, y esto es sólo la versión más light del performance callejero.
Aquí lo público causa problemas. Ni las aceras se usan, más bien parecen estar de adorno. Todo transita por las calles, siempre hay un lugar a donde ir, pocas veces podemos simplemente estar, disfrutar del paisaje, ver la playa, tomarnos el tiempo de mirar el espacio en el que vivimos y realmenete interactuar con él. El colectivo Soplo, dirigido por la coreógrafa y bailarina Ñequi González es uno de los pocos que nos lleva a esta reflexión, se dedican a hacer intervenciones en el espacio público a través de la danza.
Hoy El Nuevo Día públicó una nota al respecto que me parece les representa bastante bien. Como a veces somos rápidos para criticar pero lentos para reconocer cuando se hace el trabajo bien y ya par de veces ese periódico ha cogido cantazos en este blog, he decidido republicar parte de ese artículo que francamente me sorprendió hubieran publicado. Enhora buena por ellos. Aquí va.
Arte Callejero
Por Damaris Hernández Mercado
Al verlos algunos se asombran, otros los entienden y hay quienes piensan que se trata de un grupo de locos, “poseídos por algún demonio”. Así suelen ser las primeras reacciones de los espectadores del colectivo artístico Soplo.
Hace dos años, un grupo de jóvenes y adultos dedicados al arte espontáneo callejero se dieron a la tarea de retomar los espacios públicos y cotidianos como escenario para presentaciones improvisadas, que incorporan la danza contemporánea, la experimental y el teatro.
“En Puerto Rico hay muchos lugares, pero no se usan porque la gente no camina, ya que estamos acostumbrados a la vida en el auto. Eso nos diferencia de otros países de Latinoamérica y Europa; eso hace que perdamos contacto con la cotidianidad. De ahí es que surge el colectivo, para aprovechar esos espacios y fomentar el arte en las calles” sostuvo Ñequi González, la organizadora del grupo, integrado por unos 40 miembros.
A diferencia del teatro, en sus presentaciones apenas existen coreografías, ensayos ni libretos. Tampoco se requiere una formación en danza ni hay que dominar la técnica del ballet. Sí se necesitan habilidades para desarrollar un trabajo más contemporáneo y abstracto, a través de movimientos corporales.
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