Es que no había forma de que esta peli no fuera genial.
El guión, sobre una niña que abre una puerta en su nuevo hogar que la lleva un mundo mágico donde todo es igual que el mundo real pero mejor, está basado en una novela de Neil Gaiman, problablemente uno de los escritores populares más creativos e inteligentes que hay en el momento. Neil se especializa en el campo de la fantasía y su arte radica en saberse los cánones de la fantasía tan y tan al dedillo que es capaz de jugar con ellos para subvertrlos y darnos cosas sumamente inesperadas, de forma que hasta lo más ordinario y común se vuelve mágico, fantasioso, tenebroso.
En este caso se le da la vuelta a la idea del niño que cruza a un mundo mágico (Alice in Wonderland, Chronicles of Narnia, etc.) y también se juega con la idea del musical animado siguiendo el standard establecido por Disney en su época de oro (Aladdin, Beauty and the Beast, The Little Mermaid) de que las películas animadas están hechas para ser rellenadas de canciones. Pero ¡que canciones señores! el que escuche estas líricas con atención se dará cuenta que lo que puede llevar un ritmo “inocente”, “juguetón” y pegajoso esconde un peligro mucho más grande que la carie que viene después del dulce.
Lo que me lleva al responsable de la música, Bruno Coulais, el mismo compositor que estubo a cargo de la música de “Les Choristes“, otro soundtrack genial y que de paso se ganó el Oscar(por mejor canción)
En “Coraline” la música es simplemente espectacular: llena de energía y de una magia imposible de escribir que como que te asusta pero a la vez no puedes evitar más que sentirte inevitablemente atraido a ella, a escucharla y dejarte llevar por ella así como Coraline no puede evitar se seducida por este mágico mundo en el que se adentra y que poco a poco se apodera de ella.
Y para completar la trifecta perfecta, el director es Henry Selick, el creador de “Nightmare Before Christmas” (que no, no es Tim burton).
De más está resaltar el espectacular trabajo artístico que conllevó hacer esta película en animación stop motion puesto que no sólo se trata de filmar sino que hay que hacer las esculturas/marionetas tanto de los personajes como sus entornos y aquí hay un nivel de detalle y ambición artística- desde un invierno lúgubre hasta un jardín multicolor estilo Alicia en el País de la Maravillas. Es realmente conmovedor ver el resultado final de lo que seguro fueron horas interminables en un estudio de trabajo.
En fin: ingeniosa, interesante, y, si bien un poquito terrorífica, muy divertida.
Una de las canciones hechas por Coulais, apoteósica y escalofriante
Escena (y canción) adorable y creepy como toda la película.
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