Según cuentan los historiadores, los setenta fueron una época de cambios. Y no sólo para los hippies en Estados Unidos, en otros países este malestar por la cultura también fue experimentado. En Puerto Rico, entre muchas otras cosas, significó el nacimiento de la danza moderna.
Y es que en esa década llegaron a Puerto Rico los bailarines Ramón Segarra y Petra Bravo, quienes crearon por primera vez un espacio para la danza moderna a través de la compañía Ballet Puertorriqueño. Si bien en esta compañía este nicho era compartido con el ballet, ya que sus fundadores y líderes tenían una formación clásica, su aportación fue importante. Puesto a que en tres años logró “desempolvar y flexibilizar el ambiente dancístico” según indica Susan Homar, probablemente la principal estudiosa académica de la danza en Puerto Rico. Estos inicios pueden parecer algo tardíos cuando se considera que Martha Graham ya estaba presentando trabajos a finales de los treinta. Pero es importante recordar que en Puerto Rico la danza profesional per se (entiéndase la posibilidad de vivir económicamente a partir de este quehacer exclusivamente) no surge hasta 1954 con la Fundación de Ballets de San Juan.
estudiantes de Petra Bravo en el maratón de La Iliada
Mas, no fue hasta 1979 con el nacimiento de Pisotón que realmente se afianza el género en Puerto Rico. Esta compañía, de la que Bravo es cofundadora, y en la que participaron otras luminarias de la danza moderna/experimental en Puerto Rico como Viveca Vazquez, Awilda Sterling y Gloria Llompart, duró ocho años.
En esta casi década se integraron en momentos otros artistas que no necesariamente tenían un trasfondo en danza como el músico Jorge Arce y la arquitecta Myriam Bobadilla, reflejando así la nueva visión de la danza que van a abordar y explorar, al punto de retar sus límites y lo que se define como danza. Intención de reto que iba desde los bailes en sí mismo, hasta el lugar donde se presentaban como plazas y café teatros, que quizás no parecen espacios muy extraños en la actualidad, pero que en el momento rompieron con la idea tradicional de la danza limitada a un teatro o un salón formal.
Luego de esto cada quien ha seguido trabajando por su cuenta, aunque son constante las colaboraciones. Por su parte, Bravo formó Danza Brava, y luego de que ésta se disolviera surge Hincapié, un colectivo de estudiantes y profesionales con el que sigue trabajando al día de hoy. También es la responsable de la creación de las Fiestas Coreográficas, que desde hace cuatro años se presentan en la Universidad de Puerto Rico. En éstas se les da un espacio a los estudiantes de exponer sus trabajos al lado de profesionales siendo todo un encuentro que sirve de desarrollo tanto para el público que se expone a ver nuevas cosas, como para los coreógrafos que tienen un espacio para interactuar y aprender. Además, desde el 1998 Bravo está a cargo de una gran parte de cursos de danza en la Universidad de Puerto Rico, por lo que tanto por su trabajo constante en compañías, como por la creación de espacios para el desarrollo y exposición de estudiantes de danza, ha terminado siendo una de las fuerzas motrices de este género en Puerto Rico. Razón por la cual no es de extrañar que ya se le haya hecho un homenaje en 1996, RetoPetrActiva.
"Mascando inglés" de Viveca Vázquez en la actividad "El cuerpo emigrado"
Por su parte, Viveca Vázquez, quien probablemente es la coreógrafa que más ha trabajado la danza experimental en Puerto Rico, también ha creado talleres propios como Taller de Otra Cosa. A partir de éste han salido piezas como “Maroma”, una interpretación libre de La Ilíada, La Odisea y La Envida que utiliza la danza, el teatro y el vídeo como recursos.
Esta convergencia mediática es algo común en el trabajo de la danza moderna y/o experimental que se ha realizado en Puerto Rico según Susan Homar. Pues a pesar de que existen diferencias entre las principales exponentes (Bravo tiene una base clásica, Sterling de bailes afroantillanos, etc.) existe “una tendencia a la acumulación y la densidad semiótica”. Esta abundancia de signos y significados, manifestada en parte por las tendencias multimedia, proviene de una necesidad a no sólo bailar algo sino también comentar algo.
En ese sentido, independientemente de que los acercamientos sean abstractos o más explícitos, hay una preferencia en las coreógrafas por abordar lo político del (y desde) el arte, o como dice Maritza Pérez de una de sus colegas “Petra se mete en la política del vivir cotidiano”. Políticas que pueden ir desde exploraciones sobre las relaciones hombre-mujer y lo que los define, hasta otros asuntos de identidad como: el decaimiento cultural en “Vejigante Decrepito o la isla que patina” (2002) de Awilda Sterling, la condición humana ante los desarrollos tecnológicos en las piezas bailadas de Petra Bravo en “Humano/PostHumano” (2007) y el emigrante en «Mascando inglés» (presentado originalmente en 1988 y luego en 2007) en el texto en movimiento de Viveca Vázquez.
De forma que la danza moderna/experimental ha logrado sostener su presencia desde esas primeras pisotadas en los setenta. Aún más, cabe mencionar que goza de bastante popularidad en estos momentos, por ejemplo, es común encontrar clases de danza moderna en todo tipo de academias, incluso las que solían especializarce en vertientes más comerciales como el hip hop y el jazz. También desde hace ya diez años existe una compañía profesional de danza moderna con un elenco constante: Andanza, dirigida y creada por Lolita Villanúa. Ésta, no sólo cuenta con una escuela sino que se presenta constantemente dentro y fuera del País. Y si bien no tiene el toque más experimental de otras coreógrafas como Vázquez y Bravo, es un importante exponente del género y quizás el más visible de todos. También se ha vuelto muy popular integrar la danza moderna con el teatro, volviéndose pieza clave de performeras como Teresa Hernández o Rosa Lina Lima, entre otros. Por lo que si existe un momento de auge en la historia de la danza moderna en Puerto Rico, muy probablemente es ahora.
Vídeo de Hincapié en «Cuerpos Combinados»
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